google116ed0c84369dad8.html ENCUENTRO CON DIOS

viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad: ¡Dios con nosotros!

Viernes 25 de Diciembre, 2009…

Un año más de vida, un año casi a punto de finalizar,
Una Navidad más, si…
Pero….
¿Tenemos presente acaso su real significado?

El misterio de Dios, que siendo Dios, mandó a su único hijo a este mundo terreno convertido en hombre, como nosotros.
Engendrado en María Virgen, Madre nuestra, quiso venir a nosotros en la más grande demostración de amor, jamás vista ni igualada nunca por nadie.

Es en su condición de hombre, que Jesús se entregó por nosotros y para nosotros, para el perdón de nuestros pecados, y con ello, devolvernos la gracia de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Es en su divina pasión y resurrección, que Dios restableció su plan Divino sobre toda su creación, venciendo de una vez y para siempre al mal.
Satanás y la muerte ya no tienen cabida en este restablecimiento divino, ni tiene poder alguno sobre nosotros, ni sobre la humanidad.

Dios nos ha entregado el más grande regalo… Nuestra Salvación.
La salvación del mal, del pecado, de la muerte, de la condenación eterna.

Él ha albergado en nuestros corazones la verdad de su Palabra, de su Amor y su Misericordia, el conocimiento del camino del bien, por el que se llega a la salvación.
Análogamente, nos ha dado a conocer el mal, el pecado, el camino del demonio y sus trampas, por el que no se puede llegar más que al dolor, la desesperanza y la muerte, y nos ha hecho libres de elegir nuestro camino…
¿Qué decidiremos? La elección es nuestra, la respuesta de la real, gran y única felicidad, es obvia… Dios debe ser nuestro camino, el trayecto de cada uno de los días de nuestras vidas, nuestro destino a llegar.

Es este, el misterio de Dios presente en la Navidad.
Es este el verdadero significado y motivo de esta celebración, la más grande y bella de todas, pues es precisamente aquí, en la Navidad, en cada hogar y rincón del mundo donde se celebra el nacimiento del Niño Jesús, que Dios renueva nuestras esperanzas, nuestra fè, y sobre todo, renueva en nosotros el fin de habernos entregado a su amado hijo hace 2009 años: Salvarnos.

Es esta nuestra convicción católica y lo que debe movernos de aquí en adelante a ser mejores personas, pero sobre todo, a ser mejores hijos de Dios; luchar incansablemente por combatir el mal y hacer el bien. Ganarnos el cielo, que si bien Dios nos lo ha dado, está también en nosotros trabajar por algún día ser merecedores de su Gloria.

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Comparto para Honor y Gloria de Dios, el Evangelio de esta Navidad, que nos muestra la grandeza de nuestro Señor.


EVANGELIO
Del santo Evangelio
Según San Juan (Jn 1, 1-18)

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron. Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.


Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombres que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él, y sin embargo, el mundo no lo conoció. Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.


Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: `El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo`”.


De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracias. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la Gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.


Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Alabado seas Por siempre Señor.



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