google116ed0c84369dad8.html ENCUENTRO CON DIOS: 2009

domingo, 27 de diciembre de 2009

HABLA UN EXORCISTA...


Èste es el tìtulo del libro escrito por el padre Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano.
Es un libro que no tiene màs pretensiòn en sì, que la de hacer del dominio pùblico la verdad sobre el poder maligno que Satanàs ejerce sobre nosotros y còmo podemos luchar contra èl.

Experiencias ùnicas del Padre Amorth, en compañia de su maestro y antiguo exorcista oficial de la diòcesis en Roma, el Padre Càndido Amantini (R.I.P)

EN LA CONTRAPORTADA:

¿Còmo defenderse del demonio?
¿Cuàles son los signos que indican la presencia del maligno?
¿Existen los hechizos, los maleficios y el mal de ojo?
¿Còmo librarse de ellos?

Esta obra, fruto de la experiencia directa de Gabriele Amorth, el exorcista oficial de la diòcesis de Roma, la diocèsis del Papa, responde con abundantes ejemplos a èstas y otras preguntas de forma clara y sugestiva. La pràctica del exorcismo, en auge hasta hace un siglo, està pasando entre los catòlicos por un periodo de crisis que incluye la teoria y la pràctica, los estudios de los teòlogos y la pastoral diocesana.
Asì se ha dejado campo libre a los brujos, magos y adivinos.

Estas pàginas van por tanto, a contracorriente pero estàn dentro de la lìnea marcada por las enseñanzas de la Biblia, del magisterio de la Iglesia y de la sana tradiciòn.

Son una invitaciòn a ocuparse de tantas vìctimas del diablo que piden y necesitan ayuda.

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LAS PROMESAS DE DIOS Y LA VIRGEN MARIA


Este artìculo es de suma importancia para todos, y su esencialidad se centra en conocer los inigualables regalos que Dios y la Virgen nos ofrecen y que estàn tan al alcance de nuestras manos, que serìa una verdadera pena y tristeza no tomarlos.

Fue Santa Brìgida, la elegida por Dios y su amada Madre, para ser vocera de las hermosas virtudes que se nos conceden como hijos e hijas de Dios:

Santa Brìgida rezò por mucho tiempo para conocer cuàntos golpers recibiò Nuestro Señor durante su terrrible pasiòn. En recompensa a su paciencia, el Señor de le apareciò un dìa y le dijo:

"Yo recibì 5480 golpes en mi cuerpo. Si tù deseas honrarlos en alguna manera, recita 15 Padres Nuestros y 15 Avemarìas con las siguientes oraciones por un año completo, las cuales yo mismo te enseñarè. Cuando se termine el año, habràs honrado cada una de mis heridas".
Asì que con toda mi fè y confiando en la voluntad y amor de Dios y la Virgen Marìa, dejo a continuaciòn estas oraciones para que ustedes mismos comprueben el amor que brota de su Divino corazòn.

LAS 20 DIVINAS PROMESAS A SANTA BRIGIDA

Jesucristo prometió a Santa Brígida los siguientes maravillosos privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del Santo Oficio. Y se garantizan también a todo aquél que diga las oraciones devotamente cada día por el espacio de un año.

1.- Cualquiera que recite estas oraciones, obtendrá el grado máximo de perfección.
2.- Quince días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto de todos sus pecados y una contrición profunda de ellos.
3.- Quince días antes de su muerte, le daré, le daré mi precioso cuerpo a fin de que escape el hambre eterna; le daré a beber mi preciosa sangre para que no permanezca sediento eternamente.
4.- Librare del purgatorio a 15 almas de su familia.
5.- 15 almas de su familia serán confirmadas y preservadas en gracia.
6.- 15 pecadores de su familia se convertirán.
7.- Haz de saber que cualquiera que haya vivido en estado de pecado mortal por 30 años; pero recita o tiene la intención de recitar estas oraciones devotamente, Yo, el Señor, le perdonare todos sus pecados.
8.- Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y esta para morir al día siguiente, prolongare su existencia.
9.- Obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.
10.- En cualquier parte donde se están diciendo las oraciones, o donde se digan, Dios estará presente por su gracia.
11.- Todo aquel que enseñe estas oraciones a los demás, ganará incalculables meritos y su gloria será mayor en el cielo.
12.- Por cada vez que se recite estas oraciones, se ganaran 100 días de indulgencias.
13.- Su alma será liberada de la muerte eterna.
14.- Gozara de la promesa de que será contado entre los bienaventurados del cielo.
15.- Lo defenderé contra las tentaciones del mal.
16.- Preservare y guardare sus cinco sentidos.
17.- Lo preservare de una muerte repentina.
18.- Yo colocare mi cruz victoriosa ante él para que venza a los enemigos de su alma.
19.- Antes de su muerte vendré con mi amada Madre.
20.- Recibiré muy complacido su alma y lo conduciré a los gozos eternos. Y habiéndolo llevado allí, le daré a beber de la fuente de mi divinidad.

PRIMERA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesucristo ¡Eres la eterna dulzura de todos los que Te aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores. Has manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amas hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acuérdate de todos los sufrimientos que soportaste desde el instante de Tu Concepción y especialmente durante Tu Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.

Acuérdate, Oh Señor, que durante la última cena con Tus discípulos les lavaste los pies; ydespués, les diste Tu Sacratísimo Cuerpo, y Tu Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciaste Tu próxima Pasión.

Acuérdate de la tristeza y amargura que experimentaste en Tu Alma, como Tu mismo lo afirmaste, diciendo:
"Mi Alma está triste hasta la muerte".

Acuérdate de todos los temores, las angustias y los dolores que soportaste, en Tu Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuiste traicionado por Tu discípulo. Judas; apresado por los habitantes de una nación que habías escogido y enaltecido. Fuiste acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Tu madurez, y en la solemne estación pascual.

Acuérdate que fuiste despojado de Tu propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Te cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándote de espinas, pusieron en Tus manos una caña. Finalmente, fuiste atado a la columna, desgarrado con azotes y agobiado de oprobios y ultrajes.

En memoria de todas estas penas y dolores que soportaste antes de Tu Pasión en la Cruz concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén.

SEGUNDA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María

¡Oh Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acuérdate del horror y la tristeza con que fuiste oprimido, cuando Tus enemigos como leones furiosos, Te rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Te atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, te suplico. ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que bajo Tu protección, hagas que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.

TERCERA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Tú abarcas todo; y todo es sostenido bajo Tu amorosa potestad. Acuérdate del dolor muy amargo que sufriste cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron Tus Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndote en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Tus Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad. Extendieron Tu Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Tus Huesos.

¡Oh Jesús!, en memoria de este santo dolor que soportaste con tanto amor en la Cruz, Te suplico concederme la gracia de temerte y amarte. Amén.

CUARTA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús, Médico Celestial! elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Tuyas! Acuérdate de las contusiones y los desfallecimientos que sufriste en todos Tus Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Tuyo. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Tu Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Tus sufrimientos, no dejaste de pedir por Tus enemigos, a Tu Padre Celestial, diciéndole: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Te hago esta súplica: concédenos que el recuerdo de Tu muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.

QUINTA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús!, ¡Espejo de Resplandor Eterno! Acuérdate de la tristeza aguda que sentiste al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Tu Divinidad, vislumbraste la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Tu Sagrada Pasión. Simultáneamente contemplaste tristemente la inmensa multitud de réprobos que serian condenados por sus pecados; y Te quejaste amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.

Por este abismo de compasión y piedad y principalmente por la bondad que demostraste hacia el buen ladrón, diciéndole: Hoy estarás conmigo en el Paraíso, hago esta súplica, Dulce Jesús. Te pido que a la hora de mi muerte tengas misericordia de mí. Amén.

SEXTA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús. Rey infinitamente amado y deseado! Acuérdate del dolor que sufriste, cuando, desnudo y como un crimina! común y corriente, fuiste clavado y elevado en la Cruz. También! fuiste abandonado de todos Tus parientes y amigos con la excepción de Tu muy amada Madre. En Tu agonía, Ella permaneció fiel junto a Ti; luego, la encomendaste a Tu fiel discípulo, Juan, diciendo a María: mujer, he aquí a tu hijo! Y a Juan: He aquí a tu Madre!

Te suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Tu Santísima Madre, que tengas compasión de mí. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de mí. Asísteme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.

SÈPTIMA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María

¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En profundo gesto de amor, exclamaste en la Cruz: Tengo sed Era sed por la salvación del género humano. Oh mi Salvador Te ruego que inflames nuestros corazones con el deseo de dirigirnos a la perfección, en todas nuestras obras. Extingue en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.

OCTAVA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que probaste en la Cruz, por amor a nosotros, escucha nuestros ruegos. Concédenos la gracia de recibir dignamente Tu Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.

NOVENA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús, Virtud real y gozo del alma! Acuérdate del dolor que sentiste, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte, insultado y ultrajado por los judíos. Clamaste en voz alta que habías sido abandonado por Tu Padre Celestial, diciéndole: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. Por esta angustia, Te suplico, Oh mi Salvador, que no me abandones en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.

DÈCIMA ORACIÒN:

Padrenuestro -Ave María.

¡Oh Jesús. Principio y Fin de todas las cosas. Eres la Vida y la Virtud plena! Acuérdate que por causa nuestra fuiste sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Tus Llagas, enséñame a guardar, por puro amor a Ti, todos Tus Mandamientos; cuyo camino de Tu Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que Te aman, Amén.

UNDÈCIMA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las llagas que penetraron hasta la médula de Tus Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Ti, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartes del pecado. Ocúltame de Tu Rostro tan justamente irritado contra mí. Escóndeme en los huecos de Tus Llagas hasta que Tu cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.

DUO-DÈCIMA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

Oh Jesús! Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad. Y Vínculo de la Caridad! Acuérdate de la multitud de Llagas con que fuiste herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de Tu adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto sufriste por amor a nosotros, en Tu Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no hayas hecho? Nada falta. ¡Todo lo haz cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Tu Pasión, que el Fruto meritorio de Tus sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, Tu Amor aumente cada día hasta que llegue a contemplarte en la eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Tu eres el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Te pido concederme en el Cielo. Amén.

DÈCIMA-TERCERA ORACIÒN:

Padre Nuestro - Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acuérdate del inmenso dolor que sufriste cuando, agotadas todas Tus fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la Cabeza y dijiste: Todo está consumado. Por esta angustia y dolor, Te suplico, Señor Jesús, que tengas piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.

DÈCIMA-CUARTA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Único Hijo del Padre Celestial! esplendor y semejanza de su Esencia! Acuérdate de la sencilla y humilde recomendación que hiciste de Tu Alma, a Tu Padre Eterno, diciéndole: ¡Padre en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu! Desgarrado Tu Cuerpo, destrozado Tu Corazón, y abiertas las Entrañas de Tu tierna misericordia para redimirnos, expiraste. Por Tu Preciosa Muerte, Te suplico, Oh Rey de los santos, confórtame, socórreme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Ti Y a la hora de mi muerte, recibe mi alma peregrina y desterrada que regresa a Ti Amén.

DÈCIMA-QUINTA ORACIÒN:

Padrenuestro - Ave María.

Oh Jesús! ¡Verdadera y fecunda Vid! Acuérdate de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente derramaste de Tu Sagrado Cuerpo. Tu preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.

De Tu Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no quedar en Tu Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz; la muy fina y delicada Carne Tuya fue destrozada; la Substancia de Tu Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula de Tus Huesos. Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Tu preciosa Sangre, Te suplico, Oh dulcísimo Jesús, que recibas mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén.

..:: CONCLUSIÒN ::..

¡Oh Dulce Jesús! Hiere mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Conviérteme enteramente, Oh mi Señor, a Ti Haz que mi corazón sea Tú Habitación perpetúa. Y que mi conversación Te sea agradable. Que el fin de mi vida Te sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Tu Paraíso; y alabarte para siempre en el Cielo con todos Tus santos. Amén.

- - - - - - - - - - - - - - - - - SEGUNDA CORONILLA - - - - - - - - - - - - - - - - -

LA CORONILLA DE LOS SIETE DOLORES DE LA SANTÌSIMA VIRGEN.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen meditando sus lágrimas y dolores y rezaran siete Avemarías.

La Santísima Virgen prometió a cambio de meditar diariamente durante un año sus 7 dolores lo siguiente:

1.- Pondré paz en sus familias
2.- Serán iluminados en los divinos misterios.
3.- Los consolare en sus penas y acompañare en sus trabajos.
4.- Les daré cuanto me pidan, con tal de que no se oponga a la voluntad de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
5.- Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
6.- Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
7.- He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

PRIMER DOLOR - LA PROFECÌA DE SIMEÒN EN LA PRSENTACIÒN DEL NIÑO JESÙS.

Virgen María por el dolor que sentiste cuando Simeón te anuncio que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora seria a base de dolor; te acompañamos en este dolor Y por los meritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Dios te salve María...

SEGUNDO DOLOR - LA HUÌDA A EGIPTO CON JESÙS Y JOSÈ.

Virgen María por el dolor que sentiste al huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Divino Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor Y, por los meritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Dios te salve María...

TERCER DOLOR - LA PÈRDIDA DEL NIÑO JESÙS.

Virgen María por las lagrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor Y, por los meritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Dios te salve María...

CUARTO DOLOR - EL ENCUENTRO DE JESÙS CON LA CRUZ A CUESTAS CAMINO DEL CALVARIO.

Virgen María por las lagrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargar la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; El, el creador de la vida, acepto por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor, y siendo verdaderamente Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente adorable; en cambio le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en su frente, y aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aun mayor seria el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humillo hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en esta dolor Y por los meritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan Gran Rey Misericordioso y sepamos ser humildes como El lo fue.

Dios te salve María ...

QUINTO DOLOR - LA CRUCIFIXIÒN Y LA AGONÌA DE JESÙS.

Virgen María por las lagrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevo su pasión hasta la muerte, y este era el momento cumbre de su pasión; Tu misma también te sentías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor Y por los meritos del mismo no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.

Dios te salve María...

SEXTO DOLOR - LA LANZADA Y EL RECIBIR EN TUS BRAZOS A JESÙS YA MUERTO.

Virgen María por las lagrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el adorable corazón de tu Hijo; sentías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tu, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombre y también victima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor Y por los meritos del mismo haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.

Dios te salve María...

SÈPTIMO DOLOR - EL ENTIERRO DE JESÙS Y LA SOLEDAD DE MARÌA.

Virgen María por las lagrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, el creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevo su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita fue torturado y muerto con la muerte mas ignominiosa; tan caro pago nuestro rescate por nuestros pecados; y Tu, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor Y por los meritos del mismo concédenos acada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos...

Dios te salve María...

Gloria al Pdre, al Hijo y al Espìritu Santo... Amèn.

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viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad: ¡Dios con nosotros!

Viernes 25 de Diciembre, 2009…

Un año más de vida, un año casi a punto de finalizar,
Una Navidad más, si…
Pero….
¿Tenemos presente acaso su real significado?

El misterio de Dios, que siendo Dios, mandó a su único hijo a este mundo terreno convertido en hombre, como nosotros.
Engendrado en María Virgen, Madre nuestra, quiso venir a nosotros en la más grande demostración de amor, jamás vista ni igualada nunca por nadie.

Es en su condición de hombre, que Jesús se entregó por nosotros y para nosotros, para el perdón de nuestros pecados, y con ello, devolvernos la gracia de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Es en su divina pasión y resurrección, que Dios restableció su plan Divino sobre toda su creación, venciendo de una vez y para siempre al mal.
Satanás y la muerte ya no tienen cabida en este restablecimiento divino, ni tiene poder alguno sobre nosotros, ni sobre la humanidad.

Dios nos ha entregado el más grande regalo… Nuestra Salvación.
La salvación del mal, del pecado, de la muerte, de la condenación eterna.

Él ha albergado en nuestros corazones la verdad de su Palabra, de su Amor y su Misericordia, el conocimiento del camino del bien, por el que se llega a la salvación.
Análogamente, nos ha dado a conocer el mal, el pecado, el camino del demonio y sus trampas, por el que no se puede llegar más que al dolor, la desesperanza y la muerte, y nos ha hecho libres de elegir nuestro camino…
¿Qué decidiremos? La elección es nuestra, la respuesta de la real, gran y única felicidad, es obvia… Dios debe ser nuestro camino, el trayecto de cada uno de los días de nuestras vidas, nuestro destino a llegar.

Es este, el misterio de Dios presente en la Navidad.
Es este el verdadero significado y motivo de esta celebración, la más grande y bella de todas, pues es precisamente aquí, en la Navidad, en cada hogar y rincón del mundo donde se celebra el nacimiento del Niño Jesús, que Dios renueva nuestras esperanzas, nuestra fè, y sobre todo, renueva en nosotros el fin de habernos entregado a su amado hijo hace 2009 años: Salvarnos.

Es esta nuestra convicción católica y lo que debe movernos de aquí en adelante a ser mejores personas, pero sobre todo, a ser mejores hijos de Dios; luchar incansablemente por combatir el mal y hacer el bien. Ganarnos el cielo, que si bien Dios nos lo ha dado, está también en nosotros trabajar por algún día ser merecedores de su Gloria.

                                                                             ..:::..
Comparto para Honor y Gloria de Dios, el Evangelio de esta Navidad, que nos muestra la grandeza de nuestro Señor.


EVANGELIO
Del santo Evangelio
Según San Juan (Jn 1, 1-18)

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron. Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.


Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombres que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él, y sin embargo, el mundo no lo conoció. Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.


Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: `El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo`”.


De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracias. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la Gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.


Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Alabado seas Por siempre Señor.



lunes, 30 de noviembre de 2009

RITUAL PARA ENCENDER LA CORONA DE ADVIENTO

¿Qué es el Adviento?

La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Como los hombres buenos en el antiguo Testamento, que esperaban al Mesìas anunciado por los profetas y hacìan oraciòn para que los cielos se abrieràn y “llovieran” al Salvador, asì tambièn nosotros vivimos nuestro Adviento en un espìritu de oraciòn para que Jesùs nazca realmente en nuestro corazòn.

Como la Santìsima Virgen Marìa, llevando ya en su dulce vientre al Niño Jesùs, va a ayudarle a su anciana prima Santa Isabel, que espera un hijo, asì tambièn nosotros preparamos el nacimiento de Jesùs, haciendo el bien a los demàs.

¿Què es la Corona de Adviento?

En nuestra patria tenemos tradiciones muy bellas para preparar la Navidad: poner el nacimiento, las posadas, las pastorelas, los villancicos, el àrbol de Navidad y la Corona de Adviento.
Esta Corona es una costumbre europea que propicia oraciòn en familia en torno a Cristo.

Una Corona de pìno, adornada con motivos navideños y con cuatro velas (tres moradas y una rosa) que nos sirve para encender una vela cada domingo de Adviento y sentir que poco a poco se van disipando las tinieblas ¡hasta que se enciende Cristo, luz del mundo!

La corona se lleva a bendecir a ala iglesia el Primer Domingo de Adviento y despuès se coloca en un lugar digno de la casa, la mesa del comedor, por ejemplo, y en torno a ella se reùne la familia a hacer oraciòn.

La corona de adviento encierra varios simbolismos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios.

Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Esta es su triple finalidad:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él.
Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

*Revisión: Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo.
Todos los días podemos y debemos ser mejores.

ORACIÒN ANTE LA CORONA DE ADVIENTO

Para inciar, se puede cantar un villancico o poner una grabaciòn y tratar de seguirla todos juntos, y a continuaciòn se inician algunas oraciones y rezos para esta celebraciòn:

Jefe de la casa:En esta familia amamos al Niño Jesùs y por eso queremos prepararnos debidamente a su santo nacimiento. Que este momento de oraciòn que hacemos en familia nos ayude a tener nuestro corazòn mejor dispuesto para que Jesùs nazca en nuestros corazones en esta Navidad”.

(En seguida, uno de los miembros de la familia enciende la vela correspondiente, de tal forma que cada domingo se encienda una nueva vela que se unirà a la luz de las demàs que se han encendido)

Aclamaciòn: ¡Ven, ven Señor, no tardes!
Todos: ¡Ven, ven, que te esperamos!
(Aplausos)

Lectura: En seguida otros miembros de la familia lee una lectura del Evangelio:

-Primer Domingo de Adviento: Lucas 21, 25-28. 34-36:
VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE: Entonces habrá señales en el sol, la luna y las estrellas, y por toda la tierra los pueblos estarán llenos de angustia, aterrados por el estruendo del mar embravecido. La gente se morirá de espanto con sólo pensar en lo que va a caer sobre la humanidad, porque las fuerzas del universo serán sacudidas. Y en ese preciso momento verán al Hijo del Hombre venir en la Nube, con gran poder e infinita gloria.
Cuando se presenten los primeros signos, enderécense y levanten la cabeza, porque está cerca su liberación.

Cuiden de ustedes mismos, no sea que la vida depravada, las borracheras o las preocupaciones de este mundo los vuelvan interiormente torpes y ese día caiga sobre ustedes de improviso, pues se cerrará como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Por eso estén vigilando y orando en todo momento, para que se les conceda escapar de todo lo que debe suceder y estar de pie ante el Hijo del Hombre.

-Segundo Domingo: Lucas 3, 1-6:
JUAN BAUTISTA PREPARA EL CAMINO AL SEÑOR: Era el año quince del reinado del emperador Tiberio. Poncio Pilatos era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo en Iturea y Traconìtide, y Lisarías en Abilene; Anàs y Caifás eras los jefes de los sacerdotes. En este tiempo la palabra de Dios le fue dirigida a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.

Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y conversión, para obtener el perdón de los pecados. Esto ya estaba escrito en el libro del profeta Isaías: Oigan este grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos. Las quebradas serán rellenadas y los montes y cerros allanados. Lo torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los caminos. Todo mortal entonces verá la salvación de Dios.

-Tercer Domingo: Lucas 1, 10-18:
UN ÀNGEL ANUNCIA EL NACIMIENTO DE JUAN BAUTISTA: Cuando llegó la hora del incienso, toda la gente estaba orando afuera, en los patios.
En esto se le apareció un ángel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso. Zacarías se turbó al verlo y el temor se apoderó de él.

Pero el ángel le dijo: "No temas Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. Será para ti un gozo muy grande, y muchos más se alegrarán por su nacimiento, porque este hijo tuyo será un gran servidor del Señor.
No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre.

Por medio de él muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios. Él mismo abrirá el camino al Señor con el Espíritu y el poder del profeta Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la sabiduría de los buenos. De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.
Zacarías dijo al ángel: “¿Quién me lo puede asegurar?”

-Cuarto Domingo: Lucas 1, 39-45:
MARÌA VIVISTA A SU PRIMA ISABEL: Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre.
Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: “¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas.
¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!"

(Si no tienen Biblia pueden leer la lectura del Evangelio de la hoja dominical que se reparte en las iglesias)

Reflexiòn: Conviene que hagan algùn comentario a la lectura y que, a la luz del Evangelio, busquen juntos lo que Dios les pide como familia.

Oraciòn: Preparando los caminos del Señor, como familia le pedimos la gracia de saber recibir agradecidos todos los regalos que nos ofrece en este tiempo de Navidad:

1- Te pedimos por nuestra familia, para que llenos de tus bendiciones, vivamos en paz y armonìa.

2- Por nuestros familiares y amigos, que sientan tu amorosa presencia en esta Navidad.

3- Por nuestros enfermos y por aquellos que se sienten afligidos por los problemas, para que reciban tu luz en esta Navidad
(Añadan otras peticiones)

Oraciòn: “Jesús, Hijo de Dios, que quisiste hacerte hombre como nosotros para salvarnos del mal, que en esta Navidad sepamos corresponder a tu amor haciendo la voluntad de tu Padre, con quien vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén”.

Padre Nuestro…
Dios te salve…

Rito de la paz:
“Señor Jesucristo que viniste a traer tu paz al mundo, danos tu paz”.
(Se dan la paz con un beso, o un abrazo)

Ofrecimiento:

(Preparamos la Navidad con nuestra oraciòn, pero tambièn con nuestras otras buenas.
En este momento cada miembro de la familia ofrece hacer una buena obra en esta semana, dice cuàl y la anotan en un papelito. Si la obra buena se cumpliò se coloca el papelito en la cuna del Niño Jesùs en el nacimiento, como paja calientita que acogerà al Niño en la Navidad)

Este es todo el procedimiento que se seguirà cada domingo con la respectiva lectura del Evangelio de San Lucas.

Recuerden que este es un momento de reuniòn familiar, de amor y de Fe hacia la venida del Niño Jesùs a este mundo; renovando con su Nacimiento nuestras fuerzas, esperanzas, su promesa al mundo entero de estar con nosotros siempre hasta el fin de los tiempos y dàndonos infinitas gracias a nuestra vida diaria, en uniòn con nuestras familias.

Artìculo Desde la Fe, 29 Nov. 2009
No.666

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